Constructoras explicaron su proceso de industrialización en encuentro técnico del CCI

Planificación temprana, integración con proveedores, logística y gestión de residuos fueron algunos de los aspectos metodológicos destacados por los participantes del último encuentro técnico.

“Experiencias de industrialización en construcción” fue la temática del último encuentro técnico del CCI, donde se reunieron representantes de distintas empresas, para relatar su incursión en procesos industrializados. Karina Díaz, administradora de obra en Axis DC; Daniela Bertín, subgerente de control de gestión y Fabiola Medina, subgerente de estudio y control de costos, ambas de Socovesa; y Rodrigo Vargas, gerente de la constructora Armas, junto a Jorge Ilabaca, subgerente de planificación técnica, y Freddy Galaz, administrador de proyectos de la misma compañía, se refirieron el cambio metodológico que implica la industrialización. 

Uno de los proyectos destacados en el evento fue Alta Vista III, un condominio en Temuco, compuesto por 11 edificios que se construyeron en etapas de tres torres, con una característica especial: 80% Metalcon. “Para el proceso constructivo, primero confeccionamos los muros de hormigón armado, que están en la culata del edificio y en el eje central; posteriormente, integramos los muros de Metalcon, pasando al envigado de losa, también de Metalcon, terminando con una losa tradicional de hormigón armado, para seguir subiendo en los pisos sucesivamente”, explicó Karina Díaz de Axis DC. 

Las adversidades climáticas del sur de Chile obligan a techar y cerrar la construcción lo antes posible para permitir el secado. Por ello, esta etapa fue una de las más críticas de la obra, donde además de aislar, se utilizaron las cubiertas arquitectónicas. “Estas cubiertas no están pensadas para ser prefabricadas. Sin embargo, no fue un problema y, a pesar del diseño preestablecido, no fue un impedimento para poder industrializar el proceso. Hicimos cerchas prefabricadas y paneles de cubierta”, detalló la ejecutiva, quien recordó que con su metodología redujeron el tiempo de la partida de 20 a 11 días. 

Si bien el proceso de industrialización requiere un cambio importante respecto a la construcción tradicional, Karina Díaz, comentó que una obra industrializada genera un producto de calidad; cumplimiento de plazos, disminución en los índices de accidentabilidad, como en el caso que logró cero accidentes en los 18 meses de obras; optimización de recursos, mejoras en los resultados de obra; y, finalmente, gestión de residuos. “Claramente después de ver esto uno queda absolutamente convencido de que el camino es industrializar”, remató.

En la experiencia de Socovesa, Daniela Bertín comentó que sus primeros proyectos se hicieron con moldaje de aluminio. “Alkura es un proyecto de casas mediterráneas en Chicureo y fue un éxito por lo fácil y rápido. Por ello, decidieron seguir en edificios con cuatro proyectos más. Por su parte, Fabiola Medina, quien fue la administradora del proyecto Séptima Avenida en San Miguel, recordó cómo hubo que definir los ciclos o sectores de avance en conjunto con el proveedor de moldaje, “porque al ser muchas piezas, la integración temprana con proveedores permiten la eficiencia en la instalación del moldaje”.

Además, establecieron un sistema de logística armando carros de arrastre previamente ordenados de acuerdo al ciclo, permitiendo ahorro en grúa y facilidad en el traslado. “Son muchas piezas pequeñas, entonces hicimos unos carros para poder trasladarlos, los tomábamos con la grúa y después los subíamos a los diferentes niveles. Tienen ruedas por lo que los trabajadores los podían arrastrar sin ningún problema”, explicó la ejecutiva.

Según Daniela Bertín, fue mucho más fácil identificar los ciclos pintando los tableros y las piezas de cada uno para prevenir la pérdida de piezas de otros ciclos. Sus desafíos, en tanto, fueron: la capacitación a instaladores, el uso de herramientas más específicas de acuerdo al montaje, el almacenaje de paneles y piezas correctamente rotuladas e identificadas de acuerdo a su ciclo.

De ahí la relevancia de la mirada sistémica. En ese sentido, Rodrigo Vargas, gerente de la constructora Armas, relató que comenzaron a indagar en la industrialización en 2015, sabiendo que era necesario hacer un cambio cultural en la forma de construir. “Lo fuimos escalando en diferentes proyectos. Primero tomamos un proyecto como piloto, luego pasamos por otros más y para el 2018, 2019, tuvimos ya un ecosistema y llegamos a un punto que nosotros lo llamamos Armas 4.0, en donde lo que estamos buscando es un proceso integral entre la inmobiliaria y la constructora. Estamos buscando prácticas estándar, queremos metodología de planificación temprana y hoy día el llamado es a este grupo: debemos ser un grupo movilizador y tenemos que buscar masa crítica”, dijo.

  Para Jorge Ilabaca, controlar la producción en los momentos en que se está produciendo fue el reto que enfrentaron con etapas de entrenamiento, acercamiento al control, desarrollo de objetivos y la digitalización para una gestión visual. Asimismo, lograron una reducción del atraso de las obras y de los desperdicios.

En tanto, Freddy Galaz, administrador de proyectos, se refirió al cambio cultural que gestionaron con sus colaboradores. “Con el paso del tiempo, nos dimos cuenta que necesitaba correlacionarse con nuestros resultados de desempeño”, afirmó. De esta manera, con planificación colaborativa, gestión por compromiso, gestión visual y clasificación orden-limpieza, pudieron relacionarse con el desarrollo de un análisis cuantitativo y de brechas específicas.

Los integrantes del encuentro coincidieron en la necesidad de hacer una planificación temprana y oportuna con los proveedores y valoraron las ventajas de la industrialización que, según dijeron, previene gastos en obra gruesa y grúas; y apoya la reducción de residuos y ruidos, además de lograr la firme colaboración entre distintos actores de la construcción.